martes, 30 de junio de 2009

La polémica de Meinong con Ehrenfels

Durante estos últimos meses he podido notar que la relación entre los estudiantes y docentes en el ambiente escolar se debate en un medio conflictivo y antagónico, los docentes se desgastan en un correctivo y los estudiantes se mantienen en una actitud defensiva tratando de fortalecer sus criterios individualistas de poder ser jóvenes en sus medios socio-culturales. Sí se usa los mini-equipos de audio, el uso del computador, el manejo del tempo en relación a las notas asignadas, la gestión de la información, si se utiliza adecuadamente la telefonía celelular, si porta adecuadamente el uniforme, en fin. En lo que me compete a esta problemática, veo más como una actitud psicológica entorno a la razón y la práctica. En Investigaciones psicológico-éticas sostenía Meinong que es necesario partir de la valoración como hecho psíquico. Cuando examinamos tal hecho psíquico encontramos que pertenece al campo de la vida emotiva, que se trata de un sentimiento. De acuerdo con la teoría de Brentano sobre la facultad de juzgar, como postulación de la existencia o no existencia de un objeto, sostiene Meinong que tal sentimiento es de existencia. De modo que en toda valoración está implícito un juicio que afirma o niega la existencia de un objeto; basado en tal juicio, se produce en nosotros un estado de placer o de dolor. El valor es, en verdad, un estado subjetivo, de orden sentimental, pero que mantiene una referencia al objeto a través del juicio existencial. Escribe Meinong que «un objeto tiene valor en tanto posee la capacidad de suministrar una base efectiva a un sentimiento de valor».

Ehrenfels advierte que la tesis de Meinong tiene un gran defecto. Si una cosa es valiosa cuando es capaz de producir en nosotros un sentimiento de agrado, serán valiosas tan sólo las cosas existentes. En verdad, valoramos también lo que no existe: la justicia perfecta, el bien moral jamás realizado. Por esta razón, no cree Ehrenfels que el fundamento de los valores pueda encontrarse en el sentimiento de placer o agrado, sino que hay que buscarlo en el apetito, en el deseo. Son valiosas las cosas que deseamos o apetecemos y porque las deseamos o apetecemos.

El traslado del fundamento de los valores del agrado al deseo permite a Meinong hacer algunas objeciones que obligarán a su colega a reajustar la doctrina. En efecto, sostiene Meinong que el valor de un objeto no puede depender de que se lo desee o apetezca, puesto que se desea lo que no se posee, y valoramos, en cambio, las cosas existentes, que ya poseemos, como el cuadro que tenemos en nuestra sala, la riqueza que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida, etc.

Ante tal objeción, Ehrenfels admite la necesidad de reexaminar su teoría. Valoramos ciertas cosas existentes porque pensamos que de no existir o de no poseerlas, las desearíamos, replica Ehrenfels. Esta modificación le permite proponer una nueva definición: el valor es una relación entre un sujeto y un objeto que, debido a una representación fuerte y completa del ser del objeto determina en nosotros, dentro de la escala de nuestros sentimientos de placer y dolor, un estado emotivo más intenso de placer y dolor, un estado emotivo más intenso que la representación del no ser de ese mismo objeto.

Con tal definición se acerca a la teoría de Meinong, quien admite que valoramos también lo inexistente pero que, al valorarlo, queremos afirmar que si el objeto llegase a existir nos produciría un sentimiento de agrado. Distingue Meinong un valor actual y un valor potencial. El primero es el que tiene el objeto presente que provoca mi agrado, y el segundo es el que posee ese mismo objeto cuando está ausente. El valor de un objeto consiste en la capacidad para determinar el sentimiento del sujeto, no sólo por la existencia del objeto, sino también por su no existencia. Admite que existe una lucha de motivos dentro de la conciencia y se acerca así a Ehrenfels, puesto que el valor consistiría en la capacidad que tiene un objeto de ser apetecido en esa lucha de motivos. No renuncia Meinong con esto a su tesis básica que ve en el sentimiento de agrado el fundamento último del valor. Ante esta discusión quiero serles claro refiriéndonos a la vida ética de las personas sometidas indistintamente a juicios de valor que no dejaran nunca de ser subjetivos, veamos pues algunas de las modificaciones que a mi parecer si vienen en esta discusión, una es que realmente el ser humano es un ser moral estigmatizado no solo por su condición humana sino por la sujeción social, que de igual manera se encuentra en esa biunivocidad de la sociedad y de la cultura. De esta relación surge algo más profundo que la discusión paradójica entre Ehrenfels y Meinong, el ser humano nunca será ético, ya que la eticidad no es realmente un valor sino un estado de conciencia y con una clara inclinación filosófica y es que ante un juicio moral el ser humano debe postularse como reflexivo, con clara objetividad hacia la necesariedad del principio, para ello recuerdo a Barú Spinoza, cuando responde a uno de sus estudiantes. Pregunta el estudiante:“ si para mi matar es bueno”, ¿sería ético?. Responde Spinoza: “si para usted matar es bueno, tonto es si no lo hace” y es que para Spinoza la eticidad no surge en el valor socio-cultural humano, sino que este debe trascender a la moral del sujeto y la comunidad, ya que el acto resulta poco beneficioso para la comunidad. Por ello me identifico con la expresión de Adela Cortina: Por <<moral>> – recuerdan los comunitarios – se entendió en Grecia el desarrollo de las capacidades del individuo en una comunidad política, en la que tomaba conciencia de su identidad como ciudadano perteneciente a ella. Lo que además le facultaba para saber cuáles eran hábitos que había de desarrollar para mantener y potenciar esa comunidad, hábitos a los que cabía denominar <<virtudes>> La pérdida de la dimensión comunitaria – prosiguen – ha provocado la situación en que nos encontramos, en la que los seres humanos son más individuos desarraigados que personas, átomos disgregados en una masa informe, que pueblo. Y, por si faltara poco, ignoran qué tareas morales han de desarrollar. Mientras que en el mundo de las comunidades hay mapas que ya nos indican el camino: hay virtudes que sabemos que hemos de cultivar, hay deberes que es de responsabilidad cumplir. En ellas – y esto es los que me importaba destacar – el nuevo miembro de la comunidad se sabe vinculado, acogido, respaldado por un conjunto de tradiciones y de compañeros. Por eso – concluyen los comunitarios – es tiempo de fortalecer los lazos de la comunidad desde que los seres humanos aprendan a ser morales, entre ellos el lazo cívico” meramente morales y reflexivamente éticos.

viernes, 27 de abril de 2007

FILOSOFÍA Y JUVENTUD

AREA FILOSOFIA & ESTUDIOS SOCIALES 1 FEB/31 MAR 20087
PROFESOR JOSE ADOLFO MORAN V. TITULO LA INDUSTRIALIZACIÓN EN EL SIGLO XVIII


La industrialización es una actividad económica, pero no deja de ser un hecho geográfico y cultural: los sistemas de producción responden a las particularidades de las sociedades que los implementan en determinadas localizaciones. Así, el análisis de los procesos industriales nos lleva de uno a otro polo histórico: del social al espacial y viceversa. Cómo diría Braudel: «Hay que ir de uno al otro y luego hacer la ruta al revés». Sólo así podremos comprender la complejidad de los procesos recursivos entre territorio y sociedad. Es en este sentido que Bernardo García, explica la relación entre historia y geografía: «La materia fundamental del enfoque geográfico es el espacio aunado al movimiento, lo que implica la presencia constante de cambios y procesos. La historia y la geografía cierran así su círculo».

LA ORGANIZACIÓN DE LA ECONOMÍA INDUSTRIAL:
Las características de la actividad industrial durante esta primera fase fueron las siguientes:
• La mayoría de las fábricas estaban dedicadas a la industria textil. Las máquinas de vapor casi no se empleaban en otras ramas de la industria. Por esto, durante la primera fase de la Revolución Industrial, los viejos sistemas de producción como el trabajo a domicilio o la actividad artesanal independiente, convivieron con las fábricas.
• Las diferentes regiones del planeta se fueron especializando en una actividad económica determinada, y se estableció una división internacional del trabajo. En el siglo XIX, algunas regiones —América del Sur, América Central, Asia y África— se especializaron como productoras de materias primas; y otras —Inglaterra y Francia— se especializaron como productoras de manufacturas.
• El desarrollo industrial europeo fue desigual: no se produjo en todos los países al mismo tiempo.
La industrialización comenzó en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVIII y continuó en Francia durante las primeras décadas del siglo XIX. La industrialización Alemana fue más tardía, ocurrió recién a mediados del siglo XIX. Italia tuvo que esperar hasta los primeros años del siglo XX y solo se industrializó el norte. Otros países como España tuvieron escaso desarrollo industrial.

LA ORGANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD: La sociedad europea —especialmente la inglesa— también cambió notablemente como consecuencia de la Revolución Industrial.
• La población urbana superó en número a los campesinos. Sin embargo, los trabajadores rurales continuaron siendo mayoría en las regiones donde no hubo industrialización.
• La situación de la aristocracia rural también cambió: en la sociedad de esta época los hombres más ricos ya no eran sólo los grandes terratenientes, sino también los burgueses que se dedicaban a la actividad industrial. Por esto, en Inglaterra, los propietarios rurales invirtieron su capital cada vez con mayor frecuencia en la actividad comercial e industrial.



• La burguesía industrial concentró el poder económico y durante esta fase se fue consolidando como clase social. Este proceso fue más rápido sobre todo en Inglaterra, mientras que el desarrollo de la burguesía industrial fue más lento en los otros países europeos.
• El número de obreros creció al mismo tiempo que se expandió la industrialización. En comparación con la población total, su número era todavía pequeño, excepto en Inglaterra. Sin embargo, su importancia social y política fue cada vez mayor.

LA PRIMERA CRISIS DEL CAPITALISMO: Entre 1830 y 1840, la primera fase de la industrialización, basada en la actividad textil, llegó a sus límites porque se habían producido más artículos textiles que los que los mercados podían comprar.
Esta primera crisis de la economía capitalista se reflejó en una fuerte caída del crecimiento económico: como disminuyeron los beneficios que la burguesía industrial obtenía de la actividad textil, cerraron fábricas y se despidió a muchos obreros. Al mismo tiempo, en el campo se perdieron cuantiosas cosechas y los precios de los alimentos aumentaron. Los más perjudicados por las consecuencias de esta crisis fueron los obreros, ya que sus salarios disminuyeron y muchos de ellos quedaron sin empleo. El descontento de los más pobres se extendió por toda Europa y originó movimientos de protesta y rebeliones.

LA RESTAURACIÓN DEL ABSOLUTISMO: A partir de 1814, después de la derrota de Napoleón, en Europa se restablecieron las monarquías absolutas y el clero y la nobleza recuperaron algunos de sus privilegios. Para asegurar su retomo al poder, las monarquías más importantes de Europa se reunieron en el Congreso de Vierta. Allí establecieron el Tratado de la Santa Alianza con el objetivo de restaurar el antiguo orden absolutista. Pero la burguesía no aceptó perder las ventajas de los principios de libertad y de igualdad que habían surgido con la Revolución Francesa y que las campañas de Napoleón habían difundido por el continente.

LA REACCIÓN DE LA BURGUESÍA LIBERAL : Durante las primeras décadas del siglo XIX, la mayor parte de la burguesía fue liberal. Estaba unida en su oposición al absolutismo y en la defensa de las libertades civiles y políticas de los individuos. En el plano político, una de las ideas más importantes del liberalismo de la primera mitad del siglo XIX fue considerar necesario el establecimiento, en cada país, de una Constitución: un conjunto de leyes fundamentales que obligaban por igual a gobernantes y a gobernados, que protegían los derechos naturales de los individuos y limitaban el poder del rey. Y éste fue el principal objetivo de los movimientos revolucionarios que encabezó la burguesía en diferentes países europeos entre 1820 y 1848. En 1830, burgueses, estudiantes, guardias nacionales y obreros tomaron la ciudad de Paris al grito de "Libertad, Libertad,...". La burguesía luchaba por el establecimiento de una Constitución que garantizaran las libertades de expresión, de asociación, de reunión, separaran los poderes de gobierno, para evitar la posibilidad de una tiranía, y el derecho al voto para aquellas personas que cumplieran ciertos requisitos.


LA BURGUESÍA FRENTE A LA POBREZA: En el plano económico, algunos principios del liberalismo también resultaron útiles para los intereses de la burguesía. El desarrollo de la industrialización planteé la necesidad de explicar y justificar la creciente miseria en la que vivían los trabajadores y el resto de los habitantes de las ciudades.
La teoría que proporcionó argumentos a la burguesía fue el liberalismo económico. Dos pensadores ingleses, Adam Smith y Thomas R. Malthus, sentaron sus bases. Tanto Smith como Malthus sostuvieron que los gobiernos no debían intervenir en la economía ni en los problemas sociales que originaba la actividad económica. De acuerdo con estos principios, los Estados europeos del siglo XIX se limitaron a garantizar el orden público en el interior de sus fronteras. En la sociedad de la época, la riqueza era considerada una virtud individual; y se justificó la existencia de la pobreza, que comenzó a verse como una consecuencia del vicio y del pecado.
Sin embargo, en los años que transcurrieron hasta 1848, los trabajadores fueron aliados de la burguesía en la lucha contra el absolutismo restaurado. Los obreros se sumaron a las luchas de los burgueses que reclamaban la plena vigencia de los principios del liberalismo. Por otra parte, un sector de la burguesía liberal alentaba la alianza porque creía que el capitalismo generaba un progreso que iba a mejorar las condiciones de vida de todos los integrantes de la sociedad. Por eso, llevó adelante acciones políticas radicales con el fin de destruir los obstáculos que se oponían al desarrollo del capitalismo.

La revolución americana. Los nuevos ideales nacidos de la Ilustración habían gestado en Europa unos deseos de cambio que chocan frontalmente con la pervivencia de las estructuras del Antiguo Régimen; en el caso inglés, al sumar a su propio devenir histórico (revolución religiosa, revolución Gloriosa) los inicios de la industrialización y los cambios en la mentalidad (en definitiva: una manera silenciosa y lenta de cambiar el antiguo régimen) vemos cómo todo brota en la Nueva Inglaterra americana. Las colonias americanas entran en guerra con la metrópoli a consecuencia de una subida en los impuestos (1765), pero en el fondo lo que subyace no es más que otro ritmo de entender el tránsito hacia la modernidad. El descontento de los colonos por la subida de impuestos les lleva a plantar cara a la monarquía, para su protesta se constituyeron en asamblea. LA corona, acorralada, no ve mejor salida que ceder a las pretensiones de los colonos, retirando los impuestos en discordia; pero las necesidades económicas de Londres obligan a implantar otros impuestos sustitutorios: sobre el té, plomo, vidrio y papel. Las protestas de los colonos frente a una monarquía que les es lejana (y un tanto ajena) se repiten. Las maniobras de Londres la llevan a ceder pero a conceder el monopolio del tráfico del té a una compañía que, dicen los colonos, daña los intereses de los comerciantes coloniales. Un suceso en el gran puerto de la ciudad de Boston, consecuencia del cual, un cargamento de té es arrojado al agua de la bahía (conocido como el Boston Tea Party) . LA corona responde a esta provocación contra su autoridad con el envío de tropas. El enfrentamiento está servido. Un enfrentamiento entre unos colonos que defienden unos intereses y una Corona que intenta salvar su autoridad.



Los colonos, organizados desde el primer momento, se vertebran en torno a la asamblea, transformada en "congreso " que toma decisiones sobre el conflicto: las primeras reacciones coloniales pasan por declarar un boicot a los productos venidos de Inglaterra (casi todos) y por organizar la resistencia militar. En el campo de lo militar, los revolucionarios cuentan con personajes como George Washington, Samuel Adams, etc. auténticos mitos de la revolución americana.
La Guerra de Independencia de las Colonias (1776 – 1783) presenta dos fases, diferenciadas por las victorias de uno u otro bando; en los primeros momentos, el enfrentamiento de los colonos contra la maquina bélica inglesa es favorable a los ingleses; pero la victoria de Saratoga (1777) marca un hito en la inversión d ella tendencia: desde este momento los rebeldes cuentan con apoyos exteriores (las potencias antibritánicas ven la oportunidad de dañar a Inglaterra a la vez que juguetean con ideales ilustrados). Tras las filas rebeldes se libra otra batalla, la de plasmar en el naciente país los ideales nuevos. De esta forma nace, del congreso reunido en Philadelphia, la Declaración de Independencia (1776) y también la Declaración de los Derechos del Hombre (1776) dos manifestaciones de que los pilares que sostenían al Antiguo Régimen no estaban siendo reconocidos, dos manifestaciones de soberanía y libertad. Tras lo reveses ingleses en la guerra, 1781 marca la derrota y retirada de las tropas de la Corona; pero no se reconoce la pérdida de las colonias y su soberanía hasta 1783, cuando, bajo los auspicios franceses se celebre una conferencia en Versalles que ponga fin a la guerra.
Al termino de la guerra cada parte del territorio americano (cada ex-colonia ahora convertida en Estado) se ha dotado de una constitución diferente a las restantes; para aunar criterios, en Philadelphia (Convención de Philadelphia 1787) se redacta una nueva Constitución que entrará en vigor en marzo del 1789. El primer presidente es George Washington, arropado en su gabinete por muchos de los héroes nacionales de la guerra. Esta Constitución ( con algunas enmiendas, se mantiene hasta hoy) estuvo inspirada en principios de Locke y Montesquieu (separación de poderes), configura al país como una República federal presidencialista y presenta un sistema parlamentario bicameral.
Los logros de los colonos son difundidos en Europa por sectores críticos al Antiguo Régimen y vistos como la constatación de que todas las teorías de cambio eran posibles. Nace el mito de la democracia americana, que desbanca al de la monarquía inglesa como sistema avanzado. Pero su importancia respecto a lo que sucederá en Europa va más allá: los gastos en que Francia ha incurrido para sostener a los rebeldes frente a Inglaterra la endeudan de tal manera que hunden las finanzas francesas y provocan los acontecimientos que darán pie a la Revolución Francesa.


q BENNASSAR, M.D. ET AL., Historia Moderna, Akal textos, Madrid 1998.
q DAVIS, R. La Europa atlántica. Desde los descubrimientos hasta la Industrialización, Siglo XXI, Madrid 1976.
q DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., Historia Universal. Edad Moderna, Vicens Universidad, Barcelona 1983.
q DUCHARDT, H., La época del Absolutismo, Alianza Universidad, Madrid 1992.
MARTÍNEZ RUIZ, E. ET AL., Introducción a la Historia Moderna, Istmo, Madrid 1991.